Este nuevo pacto es un pacto mejor, promulgado sobre mejores promesas (Heb. 8:6). Una vez más, esto no quiere decir que el antiguo pacto fuera malo, sino que simplemente era incompleto. El ministerio del antiguo pacto anunciaba todo lo necesario para que el pueblo de Dios se reconciliara con él, pero no era lo bastante poderoso como para cumplir realmente ese objetivo. Todo lo que hemos leído aquí tiene profundas implicaciones para la teología cristiana, ya que Jehová utiliza esta parte de su revelación para darnos una visión más profunda de la obra de Jesucristo.
Demos gracias, pues, porque Dios no sólo nos ha dado las sombras, sino también la sustancia de su ministerio reconciliador por medio de su propio Hijo Jesucristo (Col. 2:17).