¿Cómo enseñamos a nuestros hijos la historia de nuestra propia redención? ¿Cómo les explicamos que, aunque una vez fuimos esclavos del pecado, Jesús murió para redimirnos y, con grandes signos y maravillas, resucitó de entre los muertos? ¿Cómo les abrimos el apetito por los nuevos cielos y la nueva tierra prometidos?
Transmitiendo la historia de Cristo a nuestros hijos, tanto nosotros como nuestros hijos aprenderemos a amar a Dios, nuestro Señor, con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestras fuerzas.