Entonces, ¿hacia dónde apunta la circuncisión? En el Nuevo Testamento, obtenemos una explicación más clara: la circuncisión física apunta a la realidad de la circuncisión del corazón, que corresponde a la idea teológica de regeneración, o nuevo nacimiento en Cristo. A través de la redención de Cristo, por el ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas, Dios circuncida nuestros corazones dándonos nueva vida a través del Evangelio. Así, en Romanos 2:25-29, Pablo dice que los verdaderos judíos son aquellos cuya circuncisión es espiritual, la obra interna del Espíritu, y en Colosenses 2:11-15, Pablo dice que recibimos la circuncisión de Cristo a través de la sepultura y resurrección con Cristo en el bautismo.