Esta historia nos recuerda que aun cuando Israel y Judá se hunden más en el pecado bajo reyes malvados como Joram, rey de Israel, y Joram, rey de Judá, Dios sigue obrando de la misma manera que lo había hecho en momentos críticos de la historia de Israel. En segundo lugar, y lo que es más importante, esta historia prefigura la manera en que el propio Hijo de Dios, Jesús, entraría en el mundo. Jesús bajó a Egipto por orden de un ángel del Señor, después de haber recibido las riquezas de los sabios (Mateo 2:11), para escapar del peligro, no de una hambruna, sino del rey Herodes, que ejecutaba a todos los niños menores de tres años (Mateo 2:13-15).
Incluso cuando los tiempos parecen más oscuros, estas cuatro historias se mantienen unidas como testimonio de la seguridad que Dios nos da de que seguirá proveyendo a su pueblo.