Tendemos a pensar en el diluvio como el gran juicio de Dios contra la humanidad -y el diluvio fue ciertamente severo-, pero no debemos pasar por alto la severidad de retirar el Espíritu Santo. Fuimos creados para ser morada del Espíritu Santo, por lo que perder la presencia directa del Espíritu Santo fue un nuevo tipo de muerte. Así como Adán y Eva experimentaron la muerte espiritual (que los llevó a la muerte física) al ser expulsados de la presencia directa de Dios en el Jardín del Edén, ahora en Génesis 6 la humanidad experimenta consecuencias más profundas de esa muerte espiritual al perder la presencia moradora del Espíritu Santo, y como resultado, Dios completa el juicio enviando también la muerte física a través de un diluvio.